lunes, 15 de agosto de 2011

La divina Trinidad del olimpismo: Miguel A. Boloboski Ferreira

ÉTICA EN EL DEPORTE
MIGUEL A. BOLOBOSKI FERREIRA

OPINIÓN

Al asociar el deporte con la cultura y la formación, el olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales.
Esto incluye mantener la ética en el deporte, fomentar la participación en los deportes, asegurar que las olimpiadas se lleven a cabo de manera regular; proteger el Movimiento Olímpico; alentar y apoyar el desarrollo del deporte (De la Carta Olímpica).

La ética, como rama de la filosofía, abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. Tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre, pero no se limita solamente o a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, permitiendo determinar si un acto ha sido éticamente bueno o malo. Ello implica establecer una distinción entre lo bueno y lo malo desde el punto de vista ético.

La ética estudia qué es lo moral; cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar, posteriormente, a los distintos ámbitos de la vida personal y social.

Luego de esta breve ilustración sobre olimpismo, ética y moral, trilogía conceptual que no puede dividirse, verbigracia comparable solo a la divina Trinidad; resulta repugnante y repulsiva la sola insinuación, “rumor de retorno”, de los que insisten en violar, sin tapujo alguno, toda norma ética y moral conocida.

Nuestros atletas son lo que son. Sus éxitos son el producto de una combinación de ADN, esfuerzo y tenacidad ante la adversidad, pues a falta de una adecuada planificación y muy a pesar de los pseudos dirigentes del Comité Olímpico de Panamá; resultan extraordinarios sus logros.

El significado más habitual de atleta (del griego athlos que significa “competición”) es el de una persona que posee una capacidad física, fuerza, agilidad, o resistencia superior a la media y, en consecuencia, es apto para actividades físicas, especialmente para las competitivas.

Empero, todo atleta requiere de un dirigente deportivo, que como buen padre de familia se preocupe de cuidar y dirigir al individuo, administrando además los recursos disponibles para el apoyo de sus protegidos; que no tenga ánimo de lucro, y que, por sobre todo, esté investido de la suficiente ética y moral, para así poder aspirar a ser parte del olimpismo.

Nuestro Panamá está repleto de personas de probada calidad ética y moral, que ciertamente harían una gran labor dirigiendo los destinos del Comité Olímpico de Panamá (COP) y, por ende, a los atletas y sus intereses.
Un consejo para los atletas. No caigan en el clientelismo. Obliguen a sus dirigentes a servirles. No a ser serviles de sus dirigentes. Ustedes son la esencia y propósito del olimpismo. Sin ustedes nada sería posible. Organícense, exijan una buena dirigencia. No permitan la continuidad de “fracasados” al mando del COP.